segunda-feira, 9 de fevereiro de 2009

Viajes, vidas


He recorrido el camino del mundo
que, de la arcilla al oro, va
de un mar a otro, une la Tierra entera.

He mirado subir la marea, la he visto bajar de nuevo;
he aprendido la lección del aliento
he sabido que el revés y el derecho son lo mismo
y así, lecciones de amor y de verdad.

A la celeste geometría, mi cuerpo se adaptó
entre el Tigris y el Éufrates, escuché al oráculo.
Visité templos, pirámides;
leí todos los tratados sobre la Tierra y el Cielo.

Sobre el mundo, he cerrado los ojos
y he visto el mundo: raíz y rama y yema
- lo invisible, en el corazón de lo visible, que actúa.
Cerrando los ojos, he visto y he tocado
y era tocada: movida, como una hoja, como la marea.

La Tierra era redonda, y redonda, nuestra danza.
Los mundos era plurales, el tiempo
venía de su simultaneidad.

Sobre el gran balancín del viaje
mis tres destinos reposaban:
cada día Serpiente, Corneja, Araña
midiendo su equilibrio.

Me fue ofrecido recogerme
y - sin respuesta - vivir.
Habité la luz de cada cosa
y la sombra que declara su paso.

En esta hora en que la luna se eleva al este
cuando, al revés, el sol vuelve a caer
de una estación a otra, giro
en esta historia del Uno y el Múltiple
donde germina como el grano y funda
toda minúscula,
la vida.

- Hélène Dorion